El modelo económico extremo del software privativo
Los defensores del software privativo a menudo usan dos argumentos:
- Emocional: "Este programa lleva mi sudor, mi corazón y mi alma. Lo he hecho yo, ¡es mío!"
- Económico: Con el tono de un consejero sabio y amistoso: "Quiero ser rico (frecuentemente disimulado con un 'ganarme la vida') y, si no dejáis que me haga rico programando, entonces no programaré. Todo el mundo piensa como yo, de manera que nadie programará nunca más. ¡Y entonces os encontraréis con que no tendréis ningún programa!"
El argumento emocional queda puesto en cuestión cuando vemos tantos informáticos dispuestos a olvidarlo a cambio de un sueldo, a menudo mileurista, pagado por los amos de turno del software que desarrollan. Está demostrado que los informáticos pueden trabajar simplemente por la utilidad que comportan sus servicios y sin apelaciones emocionales a ninguna propiedad.
La falacia del argumento económico radica en la comparación de tan sólo dos resultados posibles (software privativo o ausencia de software) y la suposición consecuente de que no hay ninguna otra posibilidad. En un sistema de copyright sobre el software, el desarrollo se acostumbra a vincular a la existencia de un propietario que controla el uso del software. Mientras exista este vínculo, frecuentemente se nos presentará la disyuntiva tendenciosa de software privativo o nada. Sin embargo, este vínculo no es intrínseco ni inevitable. Es una consecuencia de la decisión política sociolegal específica que estamos cuestionando: la decisión de que haya propietarios de software.
Valorando las restricciones de software
Al analizar las restricciones emanantes de la propiedad del software, podemos ver cuatro tipos de consecuencias:
- Menos gente usa el software
- Hay problemas sociales
- Nadie lo puede mejorar
- Se perjudica el desarrollo
Seguidamente analizamos los detalles de cada consecuencia.
Consecuencia 1: menos gente usa el software
De entrada, rechazamos este argumento de fondo:
El beneficio para el vecino por el hecho de darle una copia de un programa queda contrarrestado por el perjuicio provocado al propietario.
porque aceptarlo significa decir que el perjuicio y el beneficio tienen la misma magnitud, y nosotros le damos más importancia a las cuestiones sociales.
La copia del software tiene un coste marginal próximo a cero. No es así con otros productos, como una silla. Por eso es necesario que cada ejemplar de silla tenga un precio en proporción a los materiales y el tiempo que se precisa para fabricarla. En el caso del software no hace falta prácticamente ni tiempo ni materiales para hacer copias. El precio por ejemplar desincentiva el uso y hace que algunos comentan delito para conseguir el programa, dos situaciones socialmente negativas.
¿Cual es la contribución social de los programas privativos que tienen dueño?
- Cuando alguien decide pagar la licencia, la transferencia de riqueza entre las dos parte suma cero para la sociedad.
- Cuando alguien no puede pagar la licencia, entonces ha de renunciar al programa. Es un perjuicio que no beneficia a nadie, al desarrollador tampoco. En este caso, la suma de números negativos da un resultado negativo para la sociedad.
La contribución social es negativa.
Es verdad que desarrollar un programa comporta un trabajo inicial. Visto desde un punto de vista social es necesario no restringir su uso, pues el ratio de satisfacción de los usuarios por hora invertida en el desarrollo será menor si menos personas usan el programa.
No importa decir que este ratio es secundario, irrelevante incluso, para los desarrolladores que tan sólo tienen como objetivo hacerse ricos. Hay otros, sin embargo, que piensan que es importante conseguir el número más grande posible de usuarios satisfechos. Es bueno para la sociedad y provocará suficientes peticiones de servicio para conseguir un sueldo digno. Y poderse comprar una vivienda.
Consecuencia 2: problemas sociales
¿Es buena la situación social que han provocado los propietarios de software? Estos que son tan millonarios que encuentran poca cosa comprar un piso.
Necesidad de permiso para leer: Algunos aún no hemos podido visitar la web del permiso por puntos, seguir el blog de Rafael Nadal o la rueda de prensa del referéndum del Estatut –encontraréis apuntes en este blog para cada uno de estos casos. Pasa porque cada vez que alguien pulsa el botón "guardar" de un programa privativo, éste lo guarda en formatos secretos y patentados, es decir, codificados tal como una emisión del Canal+. Para volver a ver el trabajo se necesitará un decodificador autorizado por el fabricante. Algunos dueños han decidido que no darán permiso a los usuarios de sistemas operativos libres, como el GNU/Linux. Los que lo usamos, cada día tropezamos con lo que comporta que se codifiquen los trabajos con formatos propietarios. El resto, quien no usa GNU/Linux, quizás no tiene tantas evidencias, pero tampoco no se escapa: es un hecho que necesitamos el permiso de los dueños del software para hacer algo tan básico como leer. Que hoy podamos hacerlo sin pagar la licencia de un programa presentado como "gratis" no es ninguna garantía de gratuidad perpétua:
[...] pues hablando con imparcialidad, siempre es una fatalidad tener que estar sujeto a un dueño, cuya bondad no ofrece más garantías que su capricho: y el depender de muchos es tener que sobrellevar otras tantas desgracias
"La servidumbre voluntaria ", Étienne de la Boétie (1530-1563).
No se puede compartir: El hecho de firmar un contrato de licencia de software privativo en realidad es una traición a vuestro vecino: "Prometo privar a mi vecino de este programa para que así yo pueda tener una copia para mí sólo". La gente que se decide por estas opciones siente una presión psicológica interna para justificarlas y el cinismo se va abriendo paso.
Remordimientos: Muchos usuarios reconocen inconscientemente que está mal negarse a compartir y deciden pasar por alto las licencias y las leyes. Pero a menudo se sienten culpables. Saben que han de infringir la ley si quieren ser unos buenos vecinos, pero continuan respetando la autoridad de las leyes, y por tanto llegan a la conclusión que ser buen vecino (que lo son) es malo y vergonzoso. No hace falta demasiado olfato para ver las consecuencias sociales negativas de esta contradicción.
Cinismo de los programadores: Imaginemos un programador que describe con gran entusiasmo su trabajo porque lo encuentra técnicamente apasionante. Entonces, cuando le preguntamos "¿que podré utilizar el programa y ver todo lo que explicas?" le ponemos en un problema que no puede superar. El cinismo suele ser la manera de quitarle importancia a la situación.
Escuela cínica: Escuela filosófica griega que aspiraba a la autosuficiencia moral del indivídulo, ligada a una crítica de la civilización y de las convenciones sociales y a una apología del estado natural. –el Fabra.
Consecuencia 3: nadie lo puede mejorar
Nadie puede mejorar el software privativo; excepto su dueño, claro.
Normalmente el propietario mantiene en secreto el código por miedo de que alguien pueda aprender alguna cosa de él. Esta situación ja es suficientemente negativa para una sociedad que será mejor en proporción a la cantidad de conocimiento que circule, pero aún hay más: prohibir las mejoras significa renunciar a una de las grandes ventajas respecto a tecnologías anteriores basadas en átomos en vez de bits. También quiere decir frustraciones e incomodidades importantes para sus usuarios, quienes no pueden escoger quien hará las modificaciones.
Imaginaos como serían las cosas si las recetas de cocina fuesen acaparadas tal como pasa con el software privativo:
– ¿Cómo cambio esta receta para quitarle la sal?
– ¿Cómo te atreves a insultar mi receta, la creación de mi cerebro y mi paladar, pretendiendo manipularla? ¡No tienes el juicio suficiente como para modificar mi receta y hacer que funcione correctamente!
– ¡Pero el médico me dice que no tome sal! ¿Qué puedo hacer? Usted podría quitarle la sal para mí?
– Lo haría encantado: mis honorarios son tan sólo de 12.000 Euros. Ahora, sin embargo, no tengo tiempo. Estoy ocupado con un encargo para diseñar una nueva receta de unas galletas para el Carrefour. Quizás de aquí a un par de años podré estar por ti.
La facilidad de modificación del software libre hace que haya muchos proyectos, con y sin sal; mineral y marina. Pero los millonarios amos del software intentan convertir la diversidad en un problema:
Creo que la base del problema del “software libre” es que cada fabricante tiene su propia versión del sistema Linux, y que no hay unos ingresos que garanticen una reinversión en I+D para desarrollar nuevas versiones.
–Carles Grau, director de Microsoft en Cataluña, en una entrevista en noticias.com
Ahora hablaremos de eso, del desarrollo. Eso que Grau quiere hacer ver que sólo es posible con inversiones millonarias hechas por millonarios que encuentran poca cosa comprarse un piso.
Consecuencia 4: perjudica el desarrollo
Antiguamente, hacia finales de los 70, el desarrollo de software era un proceso evolutivo, donde una persona hacía servir un programa existente y reescribía algunas partes para añadir alguna función. Entonces otra persona lo modificaba para añadir otra funcionalidad y así sucesivamente. Algunas partes del programa se aprovechaban como base para otros programas.
La existencia de propietarios del software impide este tipo de evolución. Cada vez que se desarrolla un programa es preciso partir de cero. Los recién llegados no pueden estudiar los programas existentes y aprender de ellos técnicas útiles. Hay estudiantes de informática que acaban la carrera y nunca han visto el código de un programa grande. Quizás son buenos haciendo programas pequeños, pero les costará hacerlos grandes si nunca han podido ver ninguno y observar las técnicas que se han utilizado. El resultado es la falta de innovación actual comentada en el diario WSJ.
Newton decía:
Si he podido ver más lejos que los otros, ha sido gracias a que me he podido subir sobre los hombros de los gigantes que me han precedido.
Es una frase que se usa frecuentemente al hablar de ciencia. En el caso del software privativo, habría que cambiarla por
Si he podido ver más lejos que los otros, ha sido gracias a que me he podido subir sobre los hombros de los empleados de la misma empresa que me han precedido.
Es suficiente con que los informáticos se ganen la vida
Hay bastantes campos profesionales y artísticos en que las posibilidades de hacerse rico son mínimas: la lógica matemática, la agricultura, la música clásica y arqueología. Hay personas que trabajan en ellas porque les fascinan estas ocupaciones o por el valor social que representan.
Hay la idea de que la informática hace ricos, pero es falsa desde hace tiempo —de hecho, si queréis haceros ricos tenéis muchas más posibilidades de conseguirlo jugando a la lotería. La pregunta "¿cómo podemos pagar a los programadores?" se simplifica cuando nos damos cuenta de que no se trata de pagarles una fortuna. Es suficiente con que se ganen la vida.
La nueva situación social con el software libre
Si descartamos la posibilidad de enriquecerse enormemente, después de un tiempo, una vez hechos a la idea, recuperaremos el gusto de trabajar en software justo por el placer de la realización personal, porque programar es divertido.
Hoy la mayoría de usuarios de informática son piratas, según el criterio de los dueños del software privativo. Sí, algo comparable a delincuentes que asaltaban y quemaban naves. Es del todo natural que no tengan la costumbre de dirigirse a los desarrolladores y expresarles ninguna necesidad, sino justo al contrario. ¡Hay que esconderse!
Hay otro factor que marca distancias: el software con dueños es secreto porque nadie ha de aprender como funciona. "Propiedad Intelectual" lo llaman. Así que no es nada facil conseguir servicios de calidad, tal como explican en el WSJ. Tampoco hay la costumbre de encargar modificaciones.
Cuando todo el software sea libre, entonces los usuarios podrán dirigirse a profesionales locales que sabrán hasta el último detalle de cualquier programa. Los buenos podrán ofrecir servicios a su nivel.
¿Alguien duda aún de que surgirán estos servicios en una sociedad que cada vez usa más software? ¡Y el que usará, cuando todos sepan que no hace falta pagar licencias a cada paso!
Surgirán nuevas oportunidades de negocio que no podemos imaginar. Y si las probáis, los dueños del software privativo intentarán quitároslo de la cabeza..
Una cuestión de premisas
Todo el rato hemos tenido la premisa de que el usuario de software no es menos importante que el autor o el dueño que lo contrata. Sus intereses y necesidades tienen el mismo peso a la hora de decidir cual es la mejor manera de proceder.
Si algunos piensan que los propietarios son más importantes que nadie, para ellos las cosas expuestas son sencillamente irrelevantes.
A los defensores del software libre nos gusta pensar que nuestra sociedad fomenta el hecho de ayudar al vecino. Enviamos el mensaje contrario cada vez que recompensamos a alguien por obstruccionismo o lo admiramos por la fortuna que ha obtenido de esta manera.
Si no queremos vivir en una jungla, debemos cambiar nuestras actitudes. Debemos empezar enviando el mensaje de que un buen ciudadano es aquel que colabora cuando es apropiado, no aquel que es exitoso cuando toma de otros. Espero que el movimiento por el software libre pueda contribuir a esto: al menos en un área, reemplazaremos la jungla con un sistema más eficiente que anime y se base en la cooperación voluntaria.
Richard Stallman, en el artículo en que he basado este apunte: "Por qué el Software debería ser libre". Sirvió para la charla en Barcelona y parte del primer día en Lleida , pero después de la experiencia en directo he cambiado cuatro cosas para enfatizar lo que entraba mejor.
[2] Brad Silverberg trabajó en Apple, Borland y Microsoft desde 1990 hasta 1999. Como lider de la división de sistemas personales en Microsoft, fue el responsable de productos tan importantes como Windows 95. De hecho, en la Wikipedia encontraréis su foto presentando el Windows 95 junto a Bill Gates. Ahora, entre otras cosas, escribe artículos defendiendo el software libre. Por ejemplo, éste en News.com. Quiero decir que Carles Grau quizás también aún nos puede sorprender. Me lo pareció, cuando le conocí en persona
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